Mi interés es que a pesar del drama que puedan dejarnos alguna de estas miradas, hay también lugar para la sonrisa y la inocencia; el poder, de retener esperanza en nuestras manos y la posibilidad de hacer las cosas un poco diferentes. Así sea desde nuestra compañía o pasos más gigantes que ojalá sean miles, por mucho tiempo.
Sonreír es un hacer que no se ha perdido en estos vaivenes increíbles, ilimitados, imaginarios. Es parte de eso que resta y que en origen, es casi imposible sea arrebatado. O por lo menos, ese es mi deseo.
Dedicado al padre Txúo.
Y a quienes le acompañan en la posibilidad de la sonrisa.
Laura Morales Balza




