febrero 16, 2007

La Yuraima de José

Fotografía: Laura Morales Balza


En una tienda de mascotas. Centro Ciudad Comercial Tamanaco. Caracas.




—Hola ¿qué tal? Venimos a traer a Ruf para la vacuna.
—¿Cuál le toca?
—No sé… está en la tarjeta. También queremos que lo bañen y le corten las uñas ¿hay tiempo?
—Sí, claro. Ha crecido mucho, está bellísimo ¿come bien?
—Mamá…
—Ya va, hijo, estoy hablando. Sí, come bien, y toma mucha agua. Crece, sí, pero la tremendura no se le pasa.
—Pero si es un bebé todavía.
—¿Es por eso? Entonces tengo una esperanza.
—Mamá… por favor, es urgente.
—Se ha comido varias cosas en la casa y le encanta subirse a los muebles.
—Mamá, cónchale ¡permiso! Mamá, es urgente.
—Dime, Simón… Disculpe, señora…
—Te tengo una noticia.
—Ajá, espera que entreguemos a Ruf, y me cuentas.
—No, mamá, es urgente.
—Bueno, pero dime.
—No lo vas a creer.
—Simón…
—Por si no lo sabías… allí hay una Yuraima como la de José.
—¿Dónde?
—En aquella jaula. Hay varias, pero una sola Yuraima ¿le puedes tomar una foto?
—Hijo, por Dios, estoy cargando al perro. Tenemos que esperar, además estamos en una tienda, tú sabes como es la cosa cuando uno quiere tomar una foto. Eso está prohibido en muchos centros comerciales. Me da un poco de pena.
—¡Pero mamá! Todo te da pena. Por favor, es muy fácil, le haces la foto y listo.
—No, Simón, caramba…
—Mamá, te lo ruego. Por lo menos mírala.

Fuimos hasta donde estaba la jaula. Había lo más cercano a un coro de pericos, todos medio despiertos, muy juntos, de muchos colores.

—Simón… no es Yuraima, mi amor. Yuraima es una perica australiana más verde.
—¡Ay! mamá, no puede ser que no la veas.
—Simón ¿cuál?
—Esa, la que está de segunda. Tómale la foto, por favor, y se la damos a José.
—Pero es que esa no es Yuraima. Yuraima no tiene tanto amarillo.
—Y eso qué importa, si se parece tanto. Yo la veo igualita ¿por qué no le damos esa foto a José?
—Porque aún no conoces a José ¿cuándo le darás esa foto?
—Cuando lo vea. Tómala, por favor mamá, es igualita, mírala por favor. Por favor. Te da pena tomar la foto… ¡Señora! ¿mi mamá puede tomarle una foto a esta Yuraima, aunque esté prohibido?
—¿Qué Yuraima?
—¡Ay! Simón, por Dios… nada, señora… no se preocupe, cosas de niños.
—Hay qué ver, mamá…
—¿A los pericos? Sí… bueno… tómele la foto. Pero no muchas ¿oyó? porque están casi dormidos.





de «Historias mínimas de un niño despierto»

4 comentarios:

José M. Ramírez dijo...

Oye laura, qué necia eres, de verdad. Simón tenía razón, una foto como esa era un asunto urgente, aunque Yuraima haya quedado con los ojitos medio cerrados.

Jose Urriola dijo...

Uff, muchachos, con un nudo en la garganta. Qué cosa tan bonita. ¿Qué les puedo decir? Será gracias. Y que voy a imprimir este post para llevarlo en la billetera. La próxima vez que me sienta miserable -o que alguien me lo haga sentir- me la sacaré con sigilo, la leeré en un rinconcito, saldré de allí sonriente y con cara de gol a favor. Como si algo adentro te dijera: bien, pana, misión cumplida.

Un abrazo,

JU

Jose Urriola dijo...

Simón, por cierto... tienes toda la razón, y menos mal que tomaron la foto: esa perica, la segunda, es igualita a Yuraima.

Un abrazo.

Laura Morales Balza dijo...

Amigo, ¡sí!... fue muy insistente Simón y yo toda enredada con el bolso, el perro, la cadena, la cosa, la vacuna, la señora, los perros que ladraban, los secadores que sonaban.

Urriola, muchacho, amigo mío, ¿cómo no? si Simón me dejó muerta de la chochitud. No imaginas la insistencia. Tengo la foto para hacértela llegar en algún momento.

Le contaré a Simón de ustedes, lo traeré para que lea.

Se morirá de emoción de pensar que la vista igual que él.

Abrazo para los dos. Feliz, pues...

L