diciembre 22, 2008

abril reminiscente

desde este lado de la vida
advierto mayúsculo el asombro

mañana
después de la agonía de la tarde
de nuevo entraré en la casa donde fuimos 


mi cuerpo se ablanda de temores 
desde el más largo de mis cabellos despeinados
hasta las falanges de mis dedos contraídos
baja
por mi espalda
por cada una de mis vértebras
mi fe de niña pequeña

hueso por hueso
oración por oración

espero hallarte en las frutas de la casa




allí 
donde el dulzor florece

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1 comentario:

José M. Ramírez dijo...

Somos tan indefensos a la pérdida, es como una agresión invisible, perfecta, eterna.

Byron decía que el recuerdo de una dicha pasada es triste, mientras que el recuerdo de un pesar sigue siendo pesaroso.