abril 11, 2009

abril

Brotas en las mañanas. Me sorprendes en el pasillo de los dormidos con la infancia encima. Apareces y la dejas en el aire. La tomo y me sonrío mientras el sueño se despide de mis huesos. La huelo, me dejo en ella y te miro llegar, delgado, hasta mis brazos. Pero la mañana es fugaz. No se queda en el silbido de la madrugada. Despertar es un oficio costoso. Sucumbir es imposible. La mañana es breve. No se aloja en mis manos para extenderla larguísima hasta la hora del miedo. No importa qué día, todas las mañanas me convences de estar y ser. Y yo te creo. Llego de puntillas contigo cerca. Hago señas para que el mundo sepa que todo es una confusión estúpida, pero no lo es. La hora nona nos quita lo dormido y lo soñado. Sale el sol y su rayo nos raja para despertarnos en los huesos y en la carne. Arde entonces un dolor salado, porque abro los ojos lejos de donde nacimos. Te extraño en el pan y en la leche. De día y de noche. Te extraño en el corazón de quienes te extrañan. En la estancia de los despiertos me rebelo en silencio. El final de la tarde es insostenible para mi cuerpo y para todos los edificios y nubes de esta ciudad. Todo se viene abajo. Sigo los pasos de mis latidos. Mis latidos son mis pasos. Es abril, amor. Es abril. 




a Gustavo Ernesto Mesa Balza

2 comentarios:

AP dijo...

Me hizo brotar lágrimas aparte de la respectiva erizada de piel

Un gran amigo... Lo recuerdo con mucha nostalgia y con un aprecio que solo se le suele tener a los hermanos de sangre. Aun recuerdo ese oscuro abril, al parecer compartimos ese sentimiento.

Que Dios lo tenga en su santa gloria.

Saludos

AP dijo...

Brotaron lágrimas de mis ojos al leer este poema...

Un gran amigo al que recuerdo con mucha nostalgia, con el aprecio que se le tiene a un hermano muy querido.
También recuerdo ese oscuro abril y deseo siempre que Dios lo tenga siempre en su santa Gloria.

Compartimos un cariño por Gustavo que perdurará en el tiempo ya que nuestros recuerdos de el están intactos...

Un Abrazo