octubre 30, 2006

La pregunta

En la autopista, a la altura del campo de golf que está antes de la entrada de Santa Fe. Hacia el sur. Lluvia abundante. Cola terrible. Todos los canales atestados de carros casi estacionados.

—Mamá
—Sí
—Aquel hombre que está allá ¿existe?
—¿Cuál hombre?
—Mamá... aquel, aquel. Mira el carro gris. Por Dios, mamá.
Me contestó con fastidio, como si fuese muy evidente de qué hombre se trataba.
—Bueno, hijo, yo lo estoy viendo. Existe.
—¿Estás segura?







de «Historias mínimas de un niño despierto»

1 comentario:

Lety Ricardez dijo...

Cuántas veces nos sorprenden; mi Ricárdo lo hacía cuando decía:
Mamá, cuando yo era grande, fíjate que vivía en aquellas cuevas y señalaba una boca entre las peñas...
El callaba, yo me quedaba pensando

Su abuelo, su abuelo acostumbraba nombrarlo "alma vieja"