enero 12, 2007

En el aire | 001

1 «Sácate ese pitillo de la boca»
Centro Ciudad Comercial Tamanaco. Caracas.

2 «¿Quieres saber cuánto te ganaste ahí?»
Restaurant Churchill. Maracay.

3 «¡Allá, chico! La señora que tiene la espalda atrás»
Centro Ciudad Comercial Tamanaco. Caracas.

4 «Si no te callas, te voy a templar las mechas y me voy a quedar con los pelos en la mano»
Carretera Guanare-Barinas.

5 «El mío, marrón y tibio, por favor»
Posada Los Andes. Mérida.





En el aire | 001
Esas frases o expresiones que circulan cerca de nosotros. No nos están dirigidas pero coinciden con nuestro paso en su vuelo. Me gusta mirarlas fuera de contexto. Algunas me parecen extrañas, simpáticas, ajenas, propias.

4 comentarios:

Jose Urriola dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Jose Urriola dijo...

Me permito un abuso de confianza para colar una "en el aire" que escuché hace unos años.

Hay un indigente que pide limosna en la entrada de la panadería.
- ¡Ayy, qué susto, un extraño!- grita la niña de 6 años.
- ¡No, tranquila, es un pobre- corrige el primito de la misma edad.

Laura Morales Balza dijo...

José... me haces recordar algo que me ocurrió en la estación Texaco que está en Chuao. Una mañana muy temprano en la cola que hacía para comprar el café, delante de mí, más o menos a dos personas de mí, había un señor que contaba monedas una y otra vez. Era evidente que dormía en la calle, que tenía mucho tiempo durmiendo en la calle. Cuando llegó su turno, lo atendieron con un desdén terrible y casi no le dan el café porque le hicieron falta algunas monedas que fueron completadas por el resto de los clientes. Solucionado el problema monetario, con la odiosa mujer de la caja, le dieron su café. Cuando el hombre se dirigía a una de las mesas para sentarse, uno de los muchachos lo siguió para decirle que debía abandonar el local (¡!¿?) ¿lo ves? Lo maltrataron, le vendieron el café (cobraron su café) y luego le pidieron irse porque él no podía tomar su café allí. Es de esas cosas... que te hace voltear con mucha indignación, que te hace concentrarte con ferocidad en un punto diminuto de la corteza de un árbol, para no ver ni sentir —ni por equivocación— lo que el ser humano es capaz de hacer en tan pocos minutos.

Lety Ricardez dijo...

Aquí una para alegrarse. Dos primos dormirán juntos, esa noche porque está de visita. Se escucha piar ruidosamente a los pajaritos que duermen en en el árbol junto a la ventana. Uno le dice al otro:

¿Ya oiste? Los pájaros se están peleando por la pijama.