abril 03, 2008

Nada

qué demonio
desata el latigazo
con que los árboles tiemblan aún sin viento
parece que los cielos se cierran por las tardes
esa hora
que temo desde niña
que no es día
no es noche
turbia leche
fuera del pecho materno
despedido desde ahora
roto
incompleto
corazón abierto a la mitad
como sólo las madres soportan
rajado a pedazos
vientre inverso
para que pueda fugarse el amor por las ventanas abiertas
¿o estaban cerradas?
yo arreglaba papeles
en esa insistencia torpe de sentir mi pequeño mundo a la mano
arreglaba papeles sin saber que se cerraban las ventanas
arreglaba papeles
colocaba las imágenes de mis amores en la pared que me acompaña
arreglaba papeles
rompía los ya olvidados
movía
absurda
el desorden necesario para vivir
arreglaba papeles en silencio
sólo la música
a veces
sin pedir permiso
tú te ibas
y yo ordenaba mi mundo
esas imágenes que tenía guardadas
las puse en la pared a tu hora última
tú te ibas
yo llenaba la pared con los ojos de mi hijo
y mis amigos
desde el agua
aparecieron de repente
después de muchos días en la sombra del papel
hoy decidí acompañarme más de lo acostumbrado
menos mal había espacio en la pared
porque a esa hora tú te ibas
y yo me aferraba a mi pared de imágenes vivas
mis ojos saltaron varias veces
largas pausas
en Gabriella y Armando
tanta luz en esas aguas
Dios mío
—pensé durante unos minutos
que verlos allí era como un bautismo escogido para la felicidad
tanto me acompañan en esa pared
desde ese líquido transparente y brillante
y como siempre
varias veces sonreí escondida
mis ojos en la pared
—agradecida
y luego delante de un unicornio acongojado
debí saber en esa silla oscura
que tú te ibas, mi amor
mientras ese unicornio me incomodaba con sus ojos tristes
tú te ibas, mi amor
con tus pies y con tus manos
cuánto temblor ahora en las mías
le habría dicho a mis pájaros que te llevaran
en bandada ruidosa
lejos
mi amor
niño pequeño acostumbrado a las manzanas y la piña
cuánto temblor
enfrentada a ese unicornio
me quejé con Daniel
por tanto existencialismo en ese libro infantil
y tú te ibas, mi amor
habría sido valiente para abrazarte
mis pájaros habrían podido despejar el cielo para ti
lo habría rogado en susurro a pesar de mis vísceras
tú te ibas
niño pequeño
ahora en otros lugares de este lado de la historia
mamá sin voz en su voz apenas erguida
—como jamás
mamá en un hilo transparente
y yo con mil preguntas sin respuestas
como el unicornio
que preparó mi cuerpo para despedirme
vaya tu alma
campanario sonoro en esta bóveda
sólo devuélvele canciones a los pájaros que te alcancen
no mires al unicornio
porque en él sólo hay preguntas
y no necesitas de sus alas para tus respuestas







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