abril 22, 2006

Fotografía




Me aferro a tu cuello, a tu olor de ángel dormido. Cierro mis ojos porque sólo los tuyos tienen el poder de mostrarme el mundo. Te miro mientras duermes, hago un inventario de las cosas que dejaré de tener: tu perfil; mi sombra de espera y compañía en el baño; tus manos pequeñas; tus brazos del tamaño del abrazo de siempre; tu voz; tus palabras inventadas y todo lo que asomas cuando despiertas.

Te abrazo aire, huesos, líquido, llama. Mi hogar no son estas paredes sino este abrazo. Aquí los pájaros se detienen y nos miran, en el temblor de descubrir que hemos robado el azul de su bóveda.

Coincido contigo dentro y fuera del lente. Eres todo lo que vive en ese cuarto oscuro. Eres quien descubre por qué es negra la savia para mis ojos. Por qué es negro el árbol, por qué negras las ramas. Esa caja oscura sólo me sirve para retenerte y para adorarte. Esa caja oscura te salva para mí, te salva para el momento en que tus alas abran libertades delante de mis ojos. No te retengo humano, te retengo imagen. La sal y la plata son la alquimia indispensable para construirte en mi memoria... sin confiar en lo que mi pensamiento traiga... sólo una imagen ( mil ) que te construya siempre en mis adentros.

Mi vientre te trajo para la contemplación. Libre eres, de volar.

Yo, sólo ojos para mirar tu sombra de ave deambular sombra sobre el suelo. Te retengo en la oscurana de mi caja. Click. Te amo en ella. Click. Convierto tus instantes en lugar frecuente para la visita. Click. Miro tus manos. Click. Ruego sea luna llena para que la luz entre y nos convierta. Click. Te espero en las aguas. Click. Un nuevo alumbramiento cuando apareces callado entre las aguas. Click. Te construyo silueta en la ventana. Click. El sol te espera. Click. Hijo. Click. Mío. Click...

abril 19, 2006

Plexo

De todas las tristezas
lo más vivo
destila debajo de la espina
donde tus ojos terminan su mirada
No es este jeroglífico de venas húmedas
lo que rodea mis huesos y mis cavidades
No es lo apresado en el nudo de las redes

Son tus ojos de mirada finita
y mi fe escurrida a cántaros