septiembre 07, 2006

Esta tarde un milagro

Queda muda esta ciudad gemido
Afuera late el estruendo de las calles
y su gente
Un cristal me separa de sus universos y sus pesares
No puedo irme detrás de sus olores y sus tristezas
levantar al niño que me mira
con ojos de hijo
y abrazarlo con mi vientre
Confundirme en los brazos de todos, sus pasos
de pájaros en el suelo
sus miradas desconocidas, impersonales
Sus pies estacas, sus pasos lánguidos, insistentes en el suelo
aún en el suelo
en el suelo puestos
porque si late el corazón es menester andar
sin detenerse
Una niña que acaba de pasar me dejó sus ojos
tiene cara de Lucía o de Julia
sus ojos eran grandes, como mundos
Entonces esta ciudad es bella
porque Julia o Lucía tenía ojos de montaña
y eso siempre es redentor
porque una montaña es la certeza de saberse en el suelo
resguardo del horizonte, para que no se acabe
pared para que las aguas no se salgan
lecho para que el cielo repose si las nubes le pesan
El gemido de esta ciudad me distrajo del milagro
Una mujer mira mis lágrimas y mi sonrisa
ambas en mi rostro sin Dios (que desconozco)
y mi pecho hace tiempo salido de mi cuerpo
late fuera de mí
más lejos del cristal que de la montaña
porque la vida tiene rendijas amplias por las que puede asomarse
a descubrir si Dios sonríe
y no importa la hondura de su hendidura
si es noche
si es día
bastará asomar los ojos
para que todo tenga sentido
aún si los peces
están fuera de las aguas
Dios estuvo escondido en una fisura diminuta de la tierra
y esta tarde le he visto salir sonreído
tibio
húmedo aún
por las aguas saladas




a Lety Ricardez
a sus espíritus amorosos
a Loyda
a su milagro







Laura Morales Balza

Génesis 1:3 (primera parte)






De la serie «Génesis 1:3» fotografías de Laura Morales Balza

Génesis 1:3 (segunda parte)






De la serie «Génesis 1:3» fotografías de Laura Morales Balza

Génesis 1:3 (tercera parte)





De la serie «Génesis 1:3» fotografías de Laura Morales Balza