Llego a mis huesos
Al frágil silencio de la memoria que abandona la celda del pasado
En mi almohada todo queda en reposo
—hasta el dolor—
mis pecados cuelgan sin perdón animados por el ardor de la vigilia
Mi almohada llena de compasión
de sueños cargados de color y diálogo
Mi almohada matriarcal
Nido blando para los ojos abiertos
Galaxia donde es posible abandonarse sin arnés ni alfombras voladoras
Mi almohada esencial
colmada de pormenores imprescindibles
última estación de los despiertos antes del viaje hacia la noche