Sin máscaras, con sus caras, gritaban desde afuera mientras adentro la música no me dejaba entender.
Gesticulaban agresivos y pedían el bolso y de nuevo, el celular.
El de atrás apuntaba mi cabeza con una bolsa de cemento doblada.
No podía saber si había un arma o no.
No fui capaz de bajar el vidrio a pesar de los golpes.
Los miré, y dije no.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario